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Nadie espera, no, nadie espera.
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En esta soledad de recias ramas,
en esta curva de la vida dominante
en memorias y velas y pájaros heridos.
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Rumbo al mar sin rumbo
en medio de la mar, en este barco
sin murallas ni prisas paralelas,
como un rumor que invade
y te habla de la espera
en esta soledad de recias ramas,
cristal difuso y resonante. . .
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Rumbo al mar sin rumbo
es esta soledad de recias ramas
no hay ruidos, ni cantos, ni asombrosas miserias,
sólo la espera.
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Vastas soledades,
perdidos ensueños arrastrados de pronto,
sombras chispeantes como luces,
muros derruidos más leves que la arena,
decoraciones muertas, perdidas preguntas
y nadie espera. . .
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Del libro: Imágenes del Tiempo. 1968.
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